Pita Ochoa:
ANA XÓCHITL
Soy el arcoiris de la montaña que besa al mar
Xóchitl soy por mis abuelos
Ana me nombran
Lustro mi sombrero pararrayos de malos augurios
y nazco
Mi vida florece en una rama y el ojo avispa de mis hermanas
mis orejas: vitrales pendientes en la brisa
un árbol: mi sostén, mi sombra, mis tres casas
Yo Ana Xóchitl vibro
cuchareo tragos de sol
mi hamaca vuela con el viento,
el roce de una hoja mueve
los párpados de mi respiración
Al son de un zanate rondador
Mi madre es 1 trocito de mundo
la vida constelada en trenzas de barro
amasado siglo a siglo
Yo Ana Xóchitl aprendo a tejer
árboles-frutas en la tierra
a hilar collares de mazorcas
a pintar floreados pájaros en mantos
Luzco collares fosforescentes
aretes de luciérnagas en celo
Conozco los piojos, el hambre
el miedo a las olas
la rosa de los vientos de los hijos
y el sabor armado en las axilas
Yo/mujer/ Ana Xóchitl crezco con toda mi acidez
Cobijo con rebozo sangrante mi cuerpo de venada herida
Mi rostro de oscuro zapote sonríe/cruje de gozo
iluminada en la arena
y un humor amaneciendo en mis espaldas
UNA MUCHACHA, HIJA DE CIRCE
Acaricia sus entrañas en un baño público
besa el reflejo de su rostro bajo la luz de neón
Esa muchacha decidió ser Pándora
Su alma se abre con racimo de suspiros
regalo eterno de las hijas de Circe
cuerpo es el arca de la sabiduría
su monte de Venus, su corazón
Ama la media luna de sus uñas y su fertilidad
Ofrenda sus ojos y sus venas, se erige diosa y reza
Madre nuestra que compartes mis entrañas
y mi cielo
dame a luz
alumbra mi camino
la vida es nuestra
mi amor es contigo
bendita eres como todas las mujeres
Esa muchacha se desangra en un baño público
taladra sus tímpanos el ulular de una sirena
DOS MIL DOCE
Ahora
en mi país se baila
sin son pero con ton
De qué el llanto ahogado
De qué el grito desahuciado
La vida está cara
la muerte viva
¿dólares o euros?
tribunales y quimeras,
poderes, préstamos, pagos
usurpadores, arribistas,
banqueros, policías, menudistas.
Las horas de la mañana
las siete plumas,
las treinta y dos órdenes:
desnúdate, quema tu casa
alquílate por medio kilo
tortilla, techo, metro
atrás la televisión, apaga el espot
incendia la controversia
atropella la elección
compra, vende, entrega, desembolsa
la pistola está en el aire
la muerte becada, por los gracias por darnos trabajo
le debo mi niñez
me quedo con la ternura
es tan joven
usted puede desesperar
— — — — —
los slim, los azcarrágas, los garza, los salinas
los zambranos, los peralta, los hernández,
sus monex, yates, torres, sus jetset, sus felices jetas
los peñas, los calderones, los maderos, los beltrones,
los fernández, los gordillos, los chuchos,
y sus secretarias y sus trolls
la cotización en la bolsa, perdone usted:
mi mascota es más importante que su vida
perpendiculares a tus oficios
no más sangre, no más sangre,
no más sangre
Son las doce horas del dos mil doce
¡que vivan los estudiantes, juntitos y bailando!
Un hurra por los mexicanos libres
¡qué viva México, carajo!
¡qué viva!
BORIZONTE
Nacemos con una herida de muerte
cicatriz en el entrecejo
Hoy recogiste tus piernas
y te fuiste sin decir adiós
como quien abandona
su par de muletas
debajo de una cama
demasiado mullida
Hoy nadaste contracorriente
como salamandra
descubriendo sus pulmones
buscando la orilla del estero.
Tu aquí ante el ¿cómo estás ?
era un sonar de naufragio
s.o.s que no quería ser
fata morgana de tu pecho
Un viaje
de borrón y pluma nueva
Afinando tu propia tonada,
habrás de tomarle
el pulso a la vida,
oyendo la llamada del mar
o navegando en el desierto
Tu propia razón de ser.
Tanto dolor
encoge mis huesos
astilla mi sangre
Te escribo
todos los días
porque
no te puedo besar
todas las noches
Te sueño todo el día
beso el aire
para que te bese
y te mando
corazones rotos
en las patas
de las abejas
El amor inaugura la mañana
extiende la noche
o nos tiende un abismo.
La soledad de ti
es querencia concreta
es un nosotros quebrado
una familia sin cuello
y sin cumpleaños
el viento de febrero
puede aligerarte el paso
pero no puede
llevarse mis recuerdos
tus dedos largos arañando el infinito
tus cejas de águilas en pleno beso
tus ojos negros de carbón ardiendo
La Soledad es
leucocito de la existencia
oxígeno de la vida
un óvulo del vacío
Te amaré toda mi vida
Te esperaré siempre
embarazo a dos corazones
y mil canciones
Y TÚ TE ME IBAS
y tú te me ibas te me fuiste
te amo mío insomnio nuestro
y tú te me ibas te me fuiste
los labios que braman desnuda la aurora
y tú te me ibas te me fuiste
la vida extraviada la ciudad ocupada
y tú te me ibas te me fuiste
la pelvis enviudecida el verano que no fuimos
y tú te me ibas te me fuiste
te amo no mío sin mí
SOLO SOY CUERPO Y PALABRAS
Soy lo que he sido
lo que estoy
Soy una que no he sido
No me descubro
Me reinvento
Soy solo cuerpo
Estoy.
Bailo sobre mis horas
y mi cintura
¡ah! trompeta al viento
Me olvido
camino muda
mi sexo en espiral
arribada la piel
acuerpada de palabras
asaltada de palabras
anochecida de palabras
En el centro de la noche
en el insomnio
no soy ni estoy
Las palabras me son
en un ramo de niñas
me estoy en las palabras
en un arco de chaquiras
me estoy en brasas
en un charco de golondrinas
me asombro en ascuas
en una charla de anginas
haraganas y libertinas
soy en las palabras
intensal
pasional
animal
habito mi cuerpo
curvado de palabras
antepasada futura
pólvora lluevo
quemo palabras
Yo que solo soy cuerpo y palabras
Pita Ochoa. Nunca me he ganado ningún premio. No concurso para ser poeta. No pido becas ni me pagan por escribir
poesía. Sigo siendo marginada por voluntad propia. Los antologadores oficiales me detestan. Así que sigo siendo sólo una
poeta infra que publica donde y con quienes tiene vibras en común. Estoy pues en las antologías de los infras donde estén,
y de los horazerianos del Perú. Comparto poesía en aceras, parque, cafés, bares, cantinas, salas, recámaras… Y sí, a veces,
en eventos culturales. Escribo porqué sí. Y leo con voz fuerte y con respiración entrecortada.
—
Dr. Cornelia Păun Heinzel : “Destinos cruzados”
Los adolescentes entraron en la habitación del sótano que estaba lleno de verduras para limpiar. No fueron tan afortunados como otros compañeros de clase, que se quedaron para preparar y servir la comida.
Era una habitación oscura, húmeda, extraña… la luz del sol entraba con dificultad por las ventanas pequeñas, adornadas en sus rincones con pequeñas y dispersas telarañas.
En todas partes había bolsas de patatas, zanahorias, cebollas, así como cuencos y cuchillos para limpiar y preparer las perduras.
La antigüedad del edificio, creaba una atmósfera misteriosa. Los misterios ocultos tras las paredes sensibilizaba a las personas que entraban dentro de esos muros, como si quisiera ser descubierto y conocido por ellos. Quizás en otra ocasión o en otra época se trataba de un lugar especial donde los secretos fueron plenamente revelados a todos.
La sala tocó en aquel instante los acordes sensibles para cualquier ser humano penetrando en cada alma presente, llevándolos a un solo estado, impulsando inexplicablemente la magia de la confesión; como si entre todos los presentes les hubiera golpeado una conexión secreta.
– Qué pena que el personal de la cocina no haya podido llegar al campamento debido al accidente y la tormenta en la carretera, debemos preparar y cocinarnos nosotros el almuerzo –dijo una chica, corta y débil – Estamos aquí aislados y tenemos que hacerlo nosotros. ¡Pero qué difícil es hacerlo! Dios, ¡que tormenta más espantosa la de anoche! ¿la viste? ¡Era granizo! Los pedazos de hielo que cayeron eran como huevos de codorniz y que relámpago enorme brillo en el cielo oscuro, ¡parecía que llegara el fin del mundo! Incluso el río cercano se desbordó. Por la mañana el concierto de aves en el bosque, no se escuchaba como siempre, rompió las ramas, vi la imagen desde el balcón de la casa.
– Señor maestro, ¿Qué era este lugar? Parece tan extraño, tan misterioso, siento que no estamos nosotros solos en la habitación –preguntó un chico alto, moreno y delgado.
El maestro, un anciano alto, con una figura cómica, simpático, con el pelo y la barba blanca, esbozó una sonrisa irónica en su cara larga y roja, mientras explicó: Aquí estaba un hogar de niños. Durante la guerra, en un bombardeo, una bomba cayó sobre el edificio. Los niños se protegieron en el sótano. No quedo ninguno con vida…
¡Que tragedia! –exclamo tristemente una rubia adolescente y delicada.
– Mejor olvidemos todos la tristeza, ¿Quién va a tener mala suerte de cortar las cebollas? –preguntó un chico moreno, afeitado y calvo en un lado de la cabeza y del otro el pelo rizado, la última moda para los adolescentes.
– Tú, con tu corte de pelo de caniche, vamos a cogerlas–dijo otro chico rubio, alto, con gomina en el pelo formando picos largos, como almidón en aerosol – Nadie tiene ese placer.
– Pero tú tienes el peinado tipo alfombra, está bien, entremos y el resto que pelen las patatas –dijo el chico moreno.
María, una niña gordita y bonita, le toco el boleto de las cebollas, ¡qué mala suerte para ella!
– Tienes que limpiar un kilo de cebollas, ¡vas a llorar sin querer! –dijo Fernando riendo, el chicho con peinado moderno.
– Otros poneros alrededor de los cuencos, con las patatas y las zanahorias –exclamo Adina, una adolescente alta, morena y mandona – ¡Vamos a terminar rápidamente.
Los chicos se organizaron rápidamente alrededor de las bolsas de patatas colocándose en sillas de madera. Comenzando a limpiarlas lentamente, una por una.
– Y ahora, para que no nos aburramos, cada uno va a contar su historia, ¿Quién empieza? –dijo Fernando.
– Tú, ya que has tenido la idea –dijo Lorraine, una adolescente rubia.
– De acuerdo, si esto es lo que queréis… Yo tuve una muy buena infancia, mamá, papá, mis hermanas me amaban y todos éramos felices. En la escuela tuve una maestro maravillosa y a mí me gustaba aprender. Yo estaba entre los primeros de la clase, íbamos de campamento y excursiones, realizaba todas las actividades extraescolares, hacíamos deporte, tocábamos la guitarra, pero también llegó el día de mi desgracia. El momento en que toda mi vida dio un giro, para siempre. Eran las dos de la tarde cuando mi padre regresó del trabajo, encontró una nota en la mesa del comedor, la leyó y tuvo un ataque al corazón fulminante, se lo llevaron en ambulancia, murió en el hospital en las siguientes horas. Desde ese día desapareció.
– ¿Y la nota, que decía? –preguntó Serena, una niña rubia, bajita y curiosa.
– Mi madre dejo una nota de despedida, se iba a ir a trabajar a España, solo mis hermanas mayores sabían esto, pero no se lo dijeron a nadie, porque mi madre les había dejado algo de dinero cuando se marchó. A mi hermano pequeño y a mí nos llevaron de inmediato al Centro de Protección de Menores, entonces yo tuve una crisis nerviosa muy fuerte y estuve ingresado varios meses en el hospital, no me podía recuperar, seguía sin creer que lo que había ocurrido de verdad pasó. Tuve la sensación de que era una pesadilla, de las cual debía despertar y todo recuerdos, son todos para mí, solo en ellos encuentro la paz y la felicidad que necesito.
– Y el centro ¿Cómo es? –preguntó el muchacho con el pelo de punta por la gomina, Leonardo.
– Te das cuenta de que no estás en casa con mamá, papá, tus hermanos y hermanas, las personas extrañas no pueden ser como ellos, no se preocupan por ti, es como ir directamente al infierno, nunca voy a ser feliz –dijo el chico con tristeza – en casa hubiera estado contento aunque solo tuviéramos pan, solo quería estar con mi familia.
– Pero yo te he visto en la calle, cogiendo la mano y tomando del cuello a la profesora del centro –añadió Leonardo – deberías confesarte en la iglesia, ¡Es una mujer de 35 o 49 años!
– ¿Qué haces tú con ella? –le dijo enfadada Violeta, una chica morena – ahora dirás “amo a mi profesora”, deseo casarme con ella cuando sea mayor de edad, cuando tu estas enamorado de alguien el día no es importante, ni el sexo ni su edad, el amor es superior a todo ello, no te interés a lo que hagan los demás, así es ahora.
– Ahora dirá, Violeta, que es el amor de su vida, tu eres una chica lista y además la más hermosa de todas las chicas de la clase, así lo dicen todos los maestros –continúo el chico – mi vida ha sido una tragedia desde el principio, mi padre murió cuando tenía treinta y cinco años, en plena calle, un extraño lo secuestro y le obligo a beber veneno. Fue lo que encontraron durante la autopsia, en el esófago y en los intestinos, lo tenía completamente quemado.
– ¿Y tu madre? –le preguntó Leonardo a Violeta.
– Mi madre tuvo una depresión, bebió y cayó delante de un tren que se acercaba rápidamente, a mí –continuó la adolescente hermosa, delgada de rasgos delicados, con unos ojos oscuros brillantes y largas pestañas y rizadas – me adoptaron unas personas, pero se burlaban de mí, yo era una diversión para ellos, incluso les gustaba quemarme con los cigarrillos, pero me escapé, estoy en la calle, no tengo miedo de estar en el parque, estoy acostumbrada desde pequeña enfrentarme a la dificultad, tengo que luchar para sobrevivir.
– Así es, no estás bien con las personas extrañas –confirmó un chico de pelo castaño y fornido, Marius. Adrián tiene unos padres con mucho dinero, pero viejos, de más de sesenta años, al parecer, todo se ve bien, tiene dinero y puede comprar todo lo que quiera, pero algo sucede con él. No suele hablar mucho con nosotros, no tiene ningún amigo, es nervioso, no puede estar quieto en clase, es violento y golpea a los demás todo el tiempo sin ningún motivo. ¿No os habéis dado cuenta de esto?
– Sí, a mi me golpeó –dijo Cerasela, una chica rubia y tierna.
-Es mejor que Violeta siga con su historia, ¿Cómo es el centro? ¿Por qué faltas tanto a la escuela? Pierdes mucho más y tu eres inteligente para estudiar –dijo Marius.
– No me llevan los maestros, llevan a la escuela a los pequeños pero a mí nunca me llevan, yo vivo en un apartamento que ellos me dejaron, y a mí sola no me dejan venir –continúo la muchacha.
-¡Que lastima! Dijo la profesora de rumano que eres
inteligente –dijo un muchacho pelirrojo – tú eres la que pierdes.
– Si mi padre hubiera sido un hombre, yo ahora estaría bien –continuó la adolescente con dolor en su voz- lo tenía todo, mi bisabuela nos dejó un apartamento de cuatro habitaciones y ella se retiro a un estudio, la abuela fue obligada por mi abuelo a vender el apartamento y todo el dinero ganado se lo gastó por los bares, mi abuelo era el padrastro de mi padre, el actuaba violentamente con mi padre, le hablaba mal, le golpeaba y lo echaba fuera de la casa, y con la abuela también se portaba mal. Para que mi abuela no sufriera más mi padre se sacrificó por ella y se fue solo, a la calle, así es como creció, allí por tristeza empezó a beber y a consumir drogas, arruinó su vida. El era un hombre guapo, rubio de ojos azules, mis hermanos pequeños se parecen a él. Pero de ellos ya no sé nada y no creo que vuelva a saber nada de ellos nunca más. Fueron adoptados inmediatamente después de la muerte de la muerte de mi madre, dos en el extranjero, uno en Europa y otro en los Estados Unidos, el tercero está en un pequeño pueblo de Rumania. Podríamos saber algo si vamos a un programa de televisión, pero mi abuela no quiere investigar ni averiguar qué pasó con ellos. Ella dice que no quiere que todo el mundo sepa que dio los niños a unos extranjeros. Con su nuevo marido, ella tenía también dos hijos, dos niñas, una de veinte y la otra de veinticinco años, ellas también tienes hijos, sin embargo, el abuelo adoptivo murió hace un año y ahora la abuela puede cuidar de mi al menos un poco. Él era el único que no la dejaba, prometió que me llevaría a su casa mientras ella viva, pero si vienen sus hijas, me echan fuera y vuelvo a la calle. Sin embargo, no tengo miedo, yo sé luchar por mi vida –dijo la hermosa chica con determinación.
– ¿Si te dejara a ti el apartamento? –dijo un adolescente, Andrew.
– De ninguna manera, sus hijas tienen derecho a él, pero la abuela tiene remordimientos de lo que pasó a mi padre, ahora en la vejez quiere limpiar sus pecados y ayudarme, aunque ya es tarde –la chica terminó y se fue con tristeza en su voz.
Se hizo el silencio, durante varios minutos, se escuchaba solamente los cuchillos afilados que cortaban conchas perforadas de varios tamaños y cuerpos redondos de patatas.
– ¿Quién sigue? – Fernando rompió el silencio- yo les conté la tragedia de mi vida.
-Yo no quiero decir nada –grito violenta una chica con la piel oscura con las cejas pobladas bien juntas y bigote sobre sus labios- Tengo padres, pero me fui de mi casa, estoy mejor en el centro, allí tengo de todo, puedo comer y recibir regalos de vacaciones, comida, ropa, todo lo que quieras, nos dicen a todos que escribamos en un papel lo que queremos y obtenemos todo lo que pedimos.
Tiró a Fernando sobre ella, que se sentó cómodamente en sus brazos y las piernas de ella.
– Pero, ¿por qué no nos cuentas? ¡todos lo hicimos! –se enojo Leonardo.
-¡No quiero! No estoy dispuesta y listo. ¿Te gustaría que te pegara como pego a Anda? La golpee hasta romperla, le arranque pelo y la golpee, la lastimé, ¿Has visto como está? –le espetó la chica.
En la habitación apareció un chico de pelo castaño con una olla enorme, Gelu.
-Podéis lamer el chocolate que queda, nosotros lo hemos preparado, ¡es delicioso! Nos acordamos de vosotros como buenos compañeros de clase.
Dentro de la enorme olla había una gruesa capa de chocolate de casi un centímetro.
Los niños comenzaron a comer con las cucharas y con verdadero placer el contenido dulce.
-¡Ummm!¡Qué bueno que está! –exclamó Leonardo encantado.
-¡Quita! Déjame a mí también un poco –dijo un chico detrás de él.
– ¿Por qué todos vosotros os quejáis? Yo solo tengo madre y esta se fue a trabajar a Italia. Estoy solo en casa y estoy bien, mi madre me envía dinero y me compra todo lo que quiero: shaorma, hamburguesas, pizza y cuando quiero voy a las máquinas de juegos.
– ¿Por eso estás tan gordo? –pregunto Negruta, una chica con la piel oscura, como una mulata. Y poco a poco comenzó a tararear el estribillo de una canción de amor.
– ¿Y qué? ¡Soy guapo! –Respondió el adolescente – les gusto a las chicas.
– Creo más bien que les gusta tu dinero –dijo la chica.
– Pero no les doy nada, ellas vienes a mí de forma gratuita.
Hoy puedo encontrar miles de disponibles en todas partes, pero para ser sincero, no tengo muchas ganas de chicas –completó el adolescente – me gustaría jugar todo el tiempo si fuera posible.
– Yo me quede sola, sin mis padres –completo una chica de pelo largo, con formas redondas, grasienta y con bigote en comparación de las compañeras – Mi madre murió y mi padre está en la cárcel. Robó un poco de comida en una tienda por que no tenía nada para comer. Papá quería trabajar, busco por todos los sitios trabajo, pero nadie le dio trabajo aunque es diligente y hábil. Ahora vivo con mi abuela, ella me cuida.
-Me siento mal, me mareo –dijo lentamente una muchacha bonita, rubia con coletas y que ceceaba al hablar
– Ayer mi papá golpeó a mi mamá, es muy malo y yo me siento y tiemblo todo el tiempo, no puedo caminar después y no me he recuperado desde entonces.
– Se lo que es –dijo con un tono simpático otra chica morena con cola de caballo – mis padres hacen lo mismo.
– Dejadme que cuente lo que me pasó a mí en una grabación –dijo una chica de piel oscura, confiada – mi madre me inscribió en el modelaje, quería convertirme en una estrella, ella pago una gran suma de dinero en cursos y me compró mucha, pero que mucha ropa. Me veía como a una estrella de cine. Cuando se terminaron los cursos nos llamaron para hacer películas con nosotras. Mamá tomo las galas y listo, las dos estábamos en un edificio. Llegó un señor y nos pidieron los documentos de identidad tanto a las madres como a las hijas y los teléfonos móviles. Los cogieron y se fueron con ellos. Dijo que no los necesitábamos y nos encerraron con llave en el edificio. Cuando vimos todo esto, estábamos muertas de miedo, empezamos a gritar, a chillar, suerte que las otras mujeres también gritaban tanto que se hubiese podido provocar el derrumbe del edificio.
Estuvimos gritando hasta que nos liberaron. Probablemente tenían miedo de que alguien nos oyera, cuando nos soltaron corrí rompiendo el suelo, no necesitaban modelos, cuantos días nos quedaban.
– Pero, ¿crees que vas a llegar a ser una estrella? ¿Así de fácil? –preguntó Eduard de modo travieso.
– Tengo un actor que me ayuda, me da dinero, el dice
que llegare a ser una estrella – completó la discusión un adolescente guapo, con un tocado negro, grande y moderno, gesticulando como una mujer. Aprendí en pensiones, sonrojándome como una artista del maquillaje.
– ¡Ahhh! ¿Él te da dinero para perfumes y cosméticos
caros? –preguntó Violeta.
– Pero ¿Y a ti que te interesa? ¿Dime tu madre lo veía
bien? –completó la serie de preguntas el adolescente.
– La mayor tenía treinta y cinco años, ¿Qué pensáis, que por algo así os quería el señor convertiros en estrellas? ¡Él quería vendernos! ¡Vivas o muertas! ¡Podía ser para los órganos!¡No le importaba nada más que la belleza! –explicó la adolescente.
– Yo tengo ambos padres, no se golpean, pero se pelean todo el día. Mamá dice que con mi padre ya no va y ha encontrado otros hombres en la iglesia más viriles. Mi padre se queja que mi madre se va, él me coge a mí para ser testigo, para estar a su lado cuando jura sobre la Biblia que es fiel. Pero sé que está mintiendo, papá tiene como amante a Daniela, la vecina. Una morena con formas apetecibles, está muy buena, como si fuera sacada de una revista de las estrellas. Me encantaría pero ella prefiere a mi padre, incluso el está muy bien como hombre, es alto, moreno y guapo.
Mi madre está enfadada con él, que se lo estén comentando las vecinas del bloque que envidian a mi madre, están celosas de mi madre por tener a un hombre tan guapo.
Papá me coge a mí, la Biblia y jura que es un hombre serio, y que no está mirando a otras mujeres. Pero yo sé que no es cierto, lo vi cuando se iba con Daniela y cuando regresaba con ella. Incluso puso nuestro apartamento como aval en el banco por nuestra vecina. Nos dejó sin hogar a mí y a mi madre por ella. Yo también tengo circo en casa cada día. Ya no sé cuánto tiempo más van a estar juntos.
– Mis padres son muy serios –dijo Iliuta- mi problema
sois vosotros, mis compañeros, porque me golpeáis, soy el mejor estudiante de la clase y no quiero faltar a ellas. Voy a la escuela para aprender, pero ¿vosotros? Tengo que recibir golpes y bofetadas diarias, solo me golpeáis en la cabeza para que yo sea tonto también, voy a ser como vosotros y no vais a tener a nadie de quien copiaros en los exámenes.
– Deja, tú no tienes un diez –dijo Fernando.
– Pero, Alan ¿Qué paso, por qué te fuiste de tu casa? –preguntó Negruta con curiosidad.
– ¿Yo? Yo no me fui –respondió el adolescente, saltando de un pie a otro.
– ¿Cómo es eso? Vino tu madre llorando, hacía tres días que no ibas por casa –dijo Alina.
– ¡Ah! Falte una semana, me secuestraron los estudiantes del campus, una crisis de chicos enorme, por tipos como yo –dijo con orgullo. Estaba como en el seño de Abraham, yo comía solo cosas buenas, las traían las chicas de las zonas rurales donde estaba viviendo, me lo pasé muy bien –contó Liviu con la figura cómica, como si todo el mundo fuera suyo – mi padre me dijo que cuando era joven todos los hombres se iban, era sobre los años 50 y 60, el que se quedaba era raro, pero ahora, los chicos de 18 y 20 años son violentos, golpean a las chicas por placer, ellos lo han visto en internet, se sienten bien golpeando la cabeza de las chicas en las paredes.
– Tú puedes tener un mal día, como Alex cuando estuvo el dos de mayo.
– Yo estoy consciente, no bebido como lo estaba Alex, el no sabe con qué mujer se fue a la playa, podía ser una vieja –se rió Liviu – Pobre Alex, ahora tiene que hacer un tratamiento.
– Si eres inteligente como yo, puedes ganarte un ordenador portátil –contaba Radu – Me llama mi vecina, ella tiene 35 años pero es muy bella, yo le reparo alguna cosas en su casa, ella está sola y ella me regalo un Toshiba nuevo.
Una chica, Adriana, que tenía la cara llena de granos, empujó al chico y puso su pie sobre su cabeza, Cosmin.
– ¿Cómo es Irinel, el chico que me gusta? Preguntó la adolescente con curiosidad.
– Ahora estoy con Flaviu –dijo Adriana.
– ¿Por qué estás pendiente todo el tiempo de los hombres? –preguntó Fernando. –Creo que has estado con unos 100 este año.
– Es mi hermana y yo tengo que cuidarla, ella me cuenta todo lo que hace con los chicos –dijo Cosmin- yo debo protegerla, de que no le pase nada malo como a mí, que estoy asustada de cómo me quedo mi piel del rostro.
– Te pasó esto por ir todo el tiempo donde no debías ir, Comprende todo lo que te ha pasado – explico una chica, Negruta, comenzando a cantar una melodía encantadora.
– Negruta, ¿pero a ti que te pasó con el empresario? – Preguntó Fernando, curioso – nunca dijiste nada. Tienes una voz preciosa.
-Me acerqué a él y no hemos resuelto nada, me llamo
cuando estaba solo en su casa, sin su esposa y sin sus hijos –contó la muchacha- y esto no era bueno en absoluto.
– Pero ¿Dónde y cómo lo encontraste? –preguntó Alina.
– En internet, me enteré de su teléfono y cuando entré en su casa, el me dijo “querida” y comenzó…
– ¿Y? – dijeron a coro los adolescentes curiosos.
– Y… nada. Ya no os cuento nada, necesito encontrar
a otro empresario, no voy a renunciar. Aunque me dijo que no tenía talento en absoluto, dijo “negros”. Y yo simplemente me enamoré de él. Pero tiene más de cincuenta años, esposa y tres hijos –completó Alina.
– A mí, mi padre me compró un estudio de grabación,
contrató a la gente para que se ocupara de mi película, director, empresario… y había hecho un casting para los niños por mí –dijo una morena con el pelo largo y rizado, con la figura mimada.
– Si –dijo Fernando- tu padre trabajaba en el Ministerio y tiene dinero en abundancia.
– Y mi madre es directora de una agencia pública y yo hago presentaciones en un programa de televisión –dijo Larisa, una chica de cabello oscuro, delgada, con el pelo largo, lamiendo.
– Quería ganar dinero por mi misma –dijo Angela, una chica con piel oscura y el pelo teñido de rubio platino.
– Solo tengo madre, que trabaja pero gana muy poco, leí un anuncio en el periódico, ponía que pagaban a chicas de compañía para extranjeros, yo llamé y de inmediato me llamaron, me mandaron con un italiano, muy viejo, a una mesa en un restaurante de lujos, me encantó, había un montón de comida, disfrute de carne carbonara deliciosa, pasta, bebimos champán y whisky, comí incluso una ensalada de frutas con helado. Después, cuando terminamos, el italiano me llevó a su habitación, entonces me asusté, en el anuncio ponía solo de compañía, nada más.
– Jaja –dijo Fernando- Qué te creías, ¿qué hoy te dan algo gratis?
La conversación se interrumpió, en la habitación entro un hombre de unos treinta y cinco años de edad, alto y bien constituido.
– Andrea, vengo a buscarte –dijo a una chica delgada, con el pelo rubio y los ojos azules.
– Todavía no he terminado, espérame una hora, por favor –dijo ella.
– Vale, estoy dando un paseo por los alrededores y vuelvo más tarde –dijo el hombre de la habitación.
– ¿Quién es? –preguntó Negruta con curiosidad.
– Mi amigo –respondió la muchacha – vivo con él.
– ¿Qué dicen tus padres? –preguntó Violeta con curiosidad–solo tienes 16 años.
– Yo solo tengo madre y ella no se preocupa por mí, trae constantemente hombres extraños a la casa y cuando mamá no está en casa, no me dejan en paz. Se lo dije a mi madre y no se lo cree, ya no soporto más. Conocí a Adrián y se enamoró de mí a primera vista, le conté mi situación y se quedó impresionado, yo quería quedarme con él en casa de su madre, así no estoy en peligro y ya no tendré que vivir con miedo durante más tiempo.
– Y con su madre ¿Cómo te llevas? –preguntó Alina.
– Muy bien, ella me quiere, yo lavo la ropa, cocino y limpio –respondió ella.
– Bueno, pero tú eres su sirvienta, te pusieron a trabajar – exclamó el revolucionario de Fernando – ¡Te explotan!
– ¡No! Yo solo pensé que debía de ayudar en algo, si la gente me tiene en su casa, me da de comer, es agradable conmigo, algo tenía que hacer de alguna manera –explicó Andrea.
– Está bien que Adrián sea un buen hombre –dijo lentamente María, una chica débil del pelo marrón.
Un solo adolescente, Andrew, muy hermoso, de pelo oscuro, alto, de ojos grandes y pestañas largas, se volvió oscuro, evitando contar su historia, porque habría fracasado aunque quisiera. Era muy infantil y aunque creció, amaba las máquinas tragaperras, hubiera dado cualquier cosa por unas cuantas monedas para jugar; sus padres, que eran personas muy religiosas le enseñaron a ser bueno y justo, pero no le dijeron que tuviera cuidado con los malos. En el apartamento de al lado vivían unos vecinos extranjeros de la misma religión, su padre estaba feliz cuando su hijo lo visitaba ocasionalmente. Y estaba feliz de conseguir algunas monedas de un centavo para las ranuras, tan queridas por él. Pero a ellos les costaba demasiado caro. ¡Demasiado caro! El desconocido se aprovechó de la ingenuidad y la buena fe del niño. “Este hombre me arruinó para siempre” –pensó el muchacho- “no sólo mentalmente, sino también físicamente, porque me dio una enfermedad incurable. Mi cabello hermoso, oscuro como un cuervo negro, se cayó sin la menor posibilidad de recuperación… es mi secreto, mi tragedia.
– ¡Ya he terminado! ¿Nos vamos a la mesa? –dijo Fernando victorioso.
Los adolescentes alegres y ruidosos subieron al comedor, donde toques delicados de luz solar, que escindían los tonos azules de los pelos del cielo mágicamente despertándolo todo a la vida. Se llevaron bandejas bien limpias para servir, un plato de sopa, que emanaban erráticamente los vapores, un plato con croquetas de carne, puré de patatas apetitoso y un pastel de chocolate dulce, muy dulce, que parecía encantado, como lo hizo a todo durante unos momentos, todo para hacer unos adolescentes felices.
Selección de poemas en Español,
Edición #18 Red Door 2015
—-Noah Cicero
Teología
Esto no es una discusión,
no quiero ganar o perder en Obamacare
tampoco quiero saber quien causó que la relación fallara
o si mi madre realmente me amó.
Voy a ir caminando a la gasolinera,
y camino allá, voy a levantar una hoja de árbol,
y jugar con ella,
entre mis dedos.
Valle de Fuego
Aveces me recuesto sobre el desierto,
tratando de ser tan silencioso como un cactus.
Aveces desearía convertirme en un cactus.
Mi cactus favorito es el Escobaría Vivipara
Es chistoso, tiene forma de colmena.
Emociones utilitarias.
Noah tuvo una falla tragica,
la emoción de no querer ser rechazado,
era mas importante-
que querer amor de verdad.
—-
Jotamario Arbelaez
El ser que somos
Jotamario Arbeláez
El ser que somos es un buen título.
Te lo regalo.
Jaime Jaramillo Escobar
“X se escribe con J”
Comed y dormid, querido hijo; mañana veremos lo que ha de hacerse.
William Beckford “Vatek”
Querido Salvatore: Hoy ya tienes 19 años y yo a duras penas alcanzo 71. Quiero decirte que, así como tú vas, yo retorno. Y que el regreso de la meta es más corto que el alcanzarla.
Venturosamente pisamos la misma raya en el presente camino, si es camino el tiempo que viene y el que se va. La vida se te abre como una novia mientras que a mí se me cierra como una mano.
Hace ya más de medio siglo que el ser que soy andaba por tus andenes,
emergiendo del foso del desasosiego por las injusticias rampantes con el corazón iracundo
pero mirándolo todo con la sonrisa desdeñosa del que consideraba que se las sabía todas, menos una, la que sabemos,
bailando a pierna suelta pero sin soltar la pareja,
leyendo todo lo que le sirviera para no ganarse la vida,
poniéndole problemas al orden público por no saber resolver los de filosofía y matemáticas.
A tu edad me propuse con una pila de amigos extravagantes y extravagos cambiar el mundo, en lugar de cambiar de amigos.
Y por Chucho que lo logramos. Ya la vanguardia quedó atrás, la izquierda a la derecha, la Historia perdió su norte, la marihuana entró en los hogares, transexuales despachan en ministerios.
Ya el Papa borró al diablo del catecismo, se derriten los polos y se están acabando el petróleo, el oro y el aire.
Ya no sabemos en realidad si no hicimos la revolución que nos propusimos, o si la hicimos dos veces.
Los extraterrestres cayeron en el olvido.
Los hippies, después de divagar por recto sendero paciendo hongos encontraron el buen camino que no es la ancha carretera capitalista..
El cine en blanco y negro recuperó su prestigio y está pidiendo la palabra el mudo.
Ahora gobiernan la tierra montando a pelo esos cuatro jinetes que son la droga, la corruptela, la pornomiseria y el terrorismo.
Paul McCartney vendrá setentón a cantarnos Yesterday para recabar sus últimos millones de dólares.
La guerrilla está acorralada y casi todos los secuestrados en casa.
Las cárceles están llenas pero más llenas están las calles de asesinos que me apuntan en sus libretas
Pero ya nada temo porque tal como me habrás visto en las medias noches en algún rincón de la estancia, estoy en paliques con Jesucristo.
Menos mal que en su día acudió en mi rescate tu joven madre y tan pronto como decidimos “Vamos a vivir”, me dio a conocer la parte más vivible del perro mundo.
¡Y tú qué, mi querido hijo, frente a futuro tan confuso que se avecina!
Acostumbran los padres por estas fechas vitales señalarles sus pautas a los retoños. Y qué puedo hacer yo cuando ni siquiera he terminado de plantearme las mías.
Después de tantos paseos por los abismos no creo tener senderos para marcarte que no sean los de Lao Tse.
Sigo tratando de ascender por las jerarquías, con el solo poema como tiquete, siguiendo el ejemplo de Álvaro Mutis, en jet, en ascensor o por escaleras flor.
Y mientras más asciendo más abajo me siento, porque uno es más de donde es que de donde llega.
Lo que sí recuerdo de mi padre es que en su lecho de muerte me hizo prometerle que nunca me comportaría como un bastardo –la palabra fue un tanto más fuerte–, permitiendo el irrespeto del poderoso por los pobres seres que son vejados.
Pude hacer más de lo que pude porque me ayudaron potencias misteriosas en las que nadie cree, lo que me significó un renovado milagro.
Tal vez no sea el ejemplo de vida más adecuado para ti, como no lo fue para mí papá, pues muy pronto me le escapé a su tienda de paños de sastrería. Y me fui de la casa con sus vestidos.
Recuerda el día en que íbamos en nuestro carro fogoso, tú manejando porque acababan de darte el pase, lo que te convertía en el conductor de la casa,
yo sintiéndome un Krishna dialogando con Ardjuna de la conducta del guerrero frente a los acosos del mundo,
cuando en un cruce gritamos por única vez al unísono y aterrorizados una misma palabra ¡Ayjueputa!
al embestirnos un bólido en contravía que nos catapultó dando botes contra la fachada de un edificio.
Al sentir que la muerte nos saludaba me brincó a la memoria lo que había escrito ante las de Gonzalo, Luis Ernesto y María:
“El único ismo capaz de acabar con el nadaísmo es el automovilismo”.
De milagro me salvé porque no tenía puesto el cinturón de seguridad y alcancé a tirarme a la izquierda cuando el bómper del taxi se incrustó en el costado
y tú porque eras inocente del accidente.
Cuando nos sorprendimos vivos nos abrazamos como si acabaras de aprobar un examen.
La pérdida total fue solamente del Honda Accord.
Considero que somos hermanos mellizos pues volvimos a nacer en ese momento.
En lugar de estar de celebración en tu fiesta, pues todavía hacemos fiestas para celebrar que estuvimos,
me encuentro de gira por el desierto de Ica, cerca de Nazca, en Perú, donde un día terremoteó hasta no quedar un grano sobre otro grano de arena,
en retiros con el espíritu que por nada se me despega, en el Hotel Mossone, enfrente de un lago azulado de barquichuelas,
debajo de unos huarangos, esos árboles de 20 metros que viven más de mil años,
masticando dos lúcumas, frutas en forma de seno,
contemplando en el suelo flores de arena y en el alce de la mirada el vuelo en saeta del vencejo de collar blanco y escuchando el canto de turtipilín pechirrojo
mientras converso un pisco sour con el amigo poeta y agricultor Alberto Benavides –y su novia Camila, ese otro fruto en el desierto con semillas de fe,
quien me recogió del torrencial primer Festival de Poesía que llovió en Lima, donde Renato Sandoval me puso en el baile con 82 poetas de 25 países,
y le hicimos los honores al Inca –despojado del oro y ahorcado como lo fuera toda Amerindia–,
con los entrañables poetas españoles Jordi Doce, Manuel Vilas, Rodolfo Hasler y Juan Carlos Mestre,
cruzados sin espadas que esta vez nos conquistaron con sus ditirambos de cantos dorados, lo que se consideró como un desagravio..
Benavides me trajo a 140 fumando sus cigarros que el sol le iba encendiendo
por un desierto salpicado por 52 valles fecundados por otros tantos ríos paradisiales
a conocer cómo su apetitosa biblioteca que sirve César Panduro
es devorada por una muchachada a la que la poesía le interesó hasta los huesos.
Pasa uno de las inmensas dunas a las amplias camas de hierba donde se dan el espárrago, la alcachofa y la aceituna de exportación, y frutas de delirio picoteadas por la cochuca.
Aquí la botánica y la zoología, más los fenómenos atmosféricos, son como de un planeta de otro sistema.
Las parejas de paseantes de la orilla del lago frente al que estoy de aposento miran hacia la luna y se ven reflejados el uno al otro.
¡Mira, chico, hasta dónde lo puede conducir a uno la poesía!
Antes de viajar te regalé un libro terrible pero exquisito, de Donald Barthelme, llamado El Padre Muerto, así con mayúsculas,
léelo, por favor, que me costó 40 mil pesos, y después me lo prestas para yo terminar de leerlo.
Es el entierro de un padre de 109 años probables cuyo vivo cadáver con una pierna postiza mide 3.200 brazas (haz la conversión, si aprendiste)
y lo llevan a rastras por una avenida halando una cuerda de acero 19 ujieres al mando de su hijo, a quien acompaña su novia y 3 calanchines, mientras el viejo se empecina con su cháchara dominante.
No es mi caso, ni el tuyo, pero es de un padre el entierro más cruel que conozco tanto en la literatura como en la vida.
¿Has visto sobre mi mesa de noche un librillo que nunca abro pero que tampoco retorno a la biblioteca, La carta al padre, de Kafka? Pues habrás de saber que nunca la leyó el viejo.
No estoy seguro de que vayas a hacer lo mismo. Ésta te la enviaré a través de los medios masivos de comunicación para que sientas que no requiere respuesta. Si no la lees, ya te la contarán tus amigos. No te enseñé a leer y escribir necesariamente para que me leyeras o me escribieras.
Va a parecerte ridículo –¡qué oso!– que tu padre te escriba una carta de cumpleaños a través del periódico,
para recordarte que aún llevas contigo el último gene de los Arbeláez para seguirlo rodando.
No voy a poner al ser que eres en carreras para hacerme abuelo como yo tampoco me puse en ellas para hacerme tu padre, pues te convoqué pasada la cincuentena.
Te lo pido de puro agüero. Pues siempre es bueno que quede alguien de la familia para el acabose del mundo.
Creo que andas en esas calendas en que, según Freud, hay la necesidad psicológica de ‘matar al padre’,
sacarse de la cabeza ese trasto anticuado, como factor decisivo para pensar por sí mismo, entrar en la edad adulta y tomar posesión del orbe.
Eso hicieron mis colegas los nadaístas cuando surgieron y, más nadaístas sus padres –ni siquiera en defensa propia–, para allanarles el camino los expulsaron del hotel-mama.
Con la excepción del mío, que me adoptó con todo y fracasos, borracheras y pataletas. Hasta que al fin me fui con mis propias medias.
Cuando en la película Troya –que vimos juntos– Héctor se despide del viejo rey para acudir al duelo final con Aquiles,
Príamo (interpretado por Peter O´Toole) exclama: “Jamás un padre tuvo un mejor hijo”.
Hice lo que pude para merecer de mi padre similares palabras. Pero no dí para tanto. Sólo cultivé poesías para aportar a la casa que para nada sirvieron. Esas mismas que hoy nos permiten vivir decorosamente.
Estoy seguro de que serás un triunfador como te perfilas, pero acaso no sea eso lo que se busca, maguer el fracaso tampoco.
Mis amigos y yo nos propusimos fracasar, y fracasamos en el intento. Te lo repito. La misma vida se encarga de torcerte hacia lo mejor.
Basta con dejarnos llevar por el ser que somos para llegar.
Aspiro a que seas un gran ser humano. Te rebajaría el un gran por un buen. Incluso me bastaría con humano.
Y si un día te alzas contra algo que sea contra la injusticia.
Ica, Perú, 30 de Marzo-20012
—
Daniela Camacho
(a)
La enfermedad comienza aquí. Aquí termina el cuerpo,
la simetría la belleza de tu rostro. El día casi. El éxtasis el
trance que está por comenzar es invisible. De ahora en
adelante, si piensas en la muerte, no será por ahogamiento
ni electrocución ni por incendio. No habrá espacio entre tu
máscara y tu piel para anudar la soga, temerás a los cuchillos
y al veneno y las alturas. De ahora en adelante, acopiarás
tumores
como una alucinada.
PEQUEÑA CAJA DE CRISTAL DONDE SE EXHIBE:
bala mágica o sexual
pequeña joya
pequeño monstruo
(Soy un pensamiento vertical. Una caída.
La palidez me separa del mundo.
Mi fábula de moribunda tendrá fin
antes de que el extranjero pronuncie mi nombre.)
(b)
Despídete de la infancia. Tus padres serán atravesados por
una ballesta al conocer la noticia. Su pequeña cría desprotegida.
Su niña tenebrosa a la intemperie. Tendrán pesadillas
como animales salvajes; al despertar, tu resplandor les
parecerá extraordinario. Para calmarlos, ocultarás la fatiga,
inventarás una astucia una pasión un estusiasmo.
(Nunca me sentí más viva.
Mi deseo simula un castillo al centro
de una ciudad construida sobre el agua.
La cicatriz sugiere un sueño
una incomprensión algo en peligro.
Por eso procuro no ser vista.
Por eso me protejo de la compasión.
Por eso busco mi lugar entre los elementos.)
(c)
Cabalgarás. Dirás abultamiento/ melodía. Llevarás un
muerto de la mano. Junto a él descubrirás tu seducción por
el desorden. Escribirás entonces sobre la crueldad en tu
lenguaje de cristales y de células, como si el deterioro fuera
un espectáculo.
Pensarás
el tumor es una extraña certidumbre.
(La imagen del espejo cambia.
Mi imagen frente al espejo cambia.
Hubo días en que todo fue un tembladeral.
Hubo noches.
Hablo en mi gramática infantil.
Están apareciendo magnolias en mi lengua.
Los cuerpos que me amaron se estremecen.
Conocen la dulzura. Lo escondido.
El bulto de mi boca resplandece
y me alimenta
con la rabia de las últimas estrellas.)
(d)
En la enfermedad, como en el sueño, el sexo es absolutamente
real.
Escucha:
Tu sombra,
tu camino de animales,
es irrepetible.
Ahora vas a quedarte muy quieta. Vas a apagar en ti a la
desbocada. Te crecerá una madriguera un cielo adentro de
los ojos. Vas a preguntarle al incendio por tus manos.
(El hospital ha devorado la casa.
Estoy aterrada
en un presentimiento.)
*Fragmentos del libro: [Imperia]
—–
José María Zonta
PUENTE DE LAU – TZI
Desde que nos encontramos hemos estado cruzando un puente.
La orilla de la que partimos ha desaparecido,
Y la orilla hacia donde caminamos todavía no existe.
JARDÍN PINTADO POR WU-TAO-TZU
Tsiang Lin ama un cactus.
Lo riega con té y el cactus lo espina
Lo pone bajo la luna y el cactus lo espina.
Tsiang Lin considera que es el comportamiento normal de un cactus.
Tsiang Lin le habla, lo alimenta con trigo tierno y el cactus lo espina.
Tsiang Lin sangra pero piensa que es el comportamiento normal
de la gente que ama los cactus.
El cactus no espina la tarde, ni las manzanas
ni la lámpara apagada que se esfuerza por simular luz.
Tsiang Lin pregunta al cactus sobre su comportamiento:
-Espinarte es mi manera de amarte. No conozco otra.
UNA TAZA DE TÉ CON LAI ZHIDE Y EL PRIMER YIN YANG
Procura que lo incierto predomine sin destruir a lo exacto.
Procura que el frío sobrevuele sin asustar al calor,
que la niebla prevalezca sin desteñir la mañana.
Y que tus fuerzas luchen sin vencedores ni vencidos.
Procura que crezca tu fuerza sin dañar tu vulnerabilidad,
que aumente lo claro sin que decrezca la sombra,
que no se inunde la casa porque no previste su sed.
Al abandono sobreviene un reencuentro
y la hoja que cae es el presentimiento de una semilla.
Dentro del pez rojo nada un pez amarillo.
Tú nadas en mí como hojas de cerezo en una taza.
“Uno debe construir su propia imagen”
Shao Yong. Dinastía Song
Trazo un pensamiento entre dos continentes
y un tigre corre sobre mi pensamiento.
Si fuera rojo pensarías que es irreal
pero es amarillo, te tranquilizas y dices
-El pensamiento de Shao es sólido como la piedra.
Y confías. Mientras, ha anochecido y el pensamiento ya no es mío.
Pones un caballo sobre el pensamiento,
pones cien cabras, dos vacas, tu casa, un lago.
Y el pensamiento parece aguantar todo el peso.
Y entonces subes. Dos lucecitas se acercan. La brisa es agradable.
Es el tigre.
Todavía tiene hambre.
NIEBLA SOBRE LA SEÑORITA OH
En lo que no podemos ver, ni escuchar, ni palpar.
En lo que cuando lo presentimos, ya pasó.
En lo que fue amarillo alguna vez y ahora disputa
con los gatos y el atardecer un poco de horizonte,
para restablecer su alma.
En lo que le falta a la montaña para ser junco,
en la que le falta al río para ser tú,
en el esfuerzo del frío por entibiar tus manos.
En lo que le falta a la Poesía para ser tú.
En lo que se evapora mientras baila.
En esos seres sin espacio ni tiempo, refugiados en mí,
sin otro lugar para guarecerse de la lluvia,
vivirás.
TA-KI Y EL HACHA DE JADE
Mérito del verdugo
es que al final de la jornada no parezca repetirse
y que cada ejecución luzca fresca
sorprendente
como la primera.
—-
Omar Ortíz
IFIGENIA FRANCO
Al carecer de alfabeto
no sé si un libro pueda contener el mundo.
Vana pretensión, cuando hay caminos en las estrellas
que el atento percibe en la flor del heliotropo.
La tinta no es mi fuerte, mas puedo componer
[algunas señales
dibujando corazones, golondrinas, sueños livianos
en la mirada de los amantes.
La vida es extraña para quien retrata encantamientos.
Sí, son cambiantes los signos y la lluvia,
como la mimosa que puede ser alimento o dulce
[placer.
Pero los poetas mienten, igual a las postales que
[ofrezco.
Pronto, llega el viento.
AGAPITO PORRAS
Las perversas habladurías,
afirman que por cada doce hijos que engendro
me regalo un viaje por el mundo.
Es cierto.
Así, en Venecia,
huyendo de una madame asesina,
di con mis huesos en el Canal,
donde me rescató un gondolero
que silbaba blues y boleros.
En Roma,
me negué a besar la túnica papal
siendo vapuleado por los guardas suizos.
Y, en París,
me uní a una tropa de cazadores de nubes,
que más tarde haría celebre un escritor argentino.
EVANGELINO ZULUAGA
Soy el verdadero intérprete de Dios,
sé descifrar el sonido del bronce.
Balancear el encordado mayor y armonizarlo con el
[ menor
para que el toque de ánimas
venza la indiferencia y el orgullo.
La memoria de mis manos debe imprimir al ángelus
el tañido que llama al recogimiento y al recato.
Cuando vuela el repique del clamor
es el triunfo del resucitado campaneando en los
[ corazones.
Mi oficio de músico celeste atiborra mis oídos
con treinta años de rebato.
Por ello, no oiré el pito del tren que viene.
——–
Arabella Salaverry
“Chicas malas”
Fuimos las chicas malas
Asustamos a los vecinos
escandalizamos a señoras
de misal y rosario
Siempre de negro
diluidas entre sombras
y desapareciendo en los espejos
Tomábamos cognac
en tardes clandestinas
mientras el jazz
nos cubría
escurriéndose luego
por los poros
Disfrutábamos la hierba
ocasionalmente
sin compulsiones
sobre todo cuando queríamos
abrir los ventanales del cielo
y mirar infinitamente lo que hubiese
Hicimos de nuestros cuerpos
una fiesta
Cursamos invitación
en exclusiva
Nacimos despidiendo guerras
vivimos Vietnam
un acto obsceno
y en la piel
nos dolieron Hiroshima
y Nagasaki
Nos desvelamos con Sartre
mas fue Simone quien hilvanó
nuestra protesta
Consideramos a los Beatles
un tanto pueriles
era Piaff
quien nos alimentaba
Trenzamos flores
guirnaldas
pero fuimos suspicaces
con las exportaciones del Norte
Nunca pensamos
que seríamos reinas
Sí quisimos con el Che
ser compañeras
Compartimos cuerpo y alma
sin pedir nada a cambio
La vida ha sido nuestro manifiesto
Encendimos lámparas
para apagar la angustia
de estar vivas
Vivimos tan
pero tan intensamente
que ningún dolor nos fue
ni nos podrá ser jamás ajeno
Fuimos las chicas malas
Olíamos a incienso
otras veces a menta fresca
Pero el olor
que perduró
fue el de la melancolía
Fuimos las chicas malas
y aunque no lo confiese abiertamente
por el qué dirán
los hijos
los amigos sensatos
el perro
los parientes
seguimos y seguiremos siendo
chicas malas
Del poemario “Chicas malas” (URUK Editores 2009)
Noticia II
Un muchacho muere
de un balazo
Un muchacho muere
en el resplandor de una navaja
Un muchacho muere por la droga
Un muchacho muere
partido por patadas
Mil muchachos mueren
enredados en miles de silencios
Nadie escucha
Nadie atiende
Mil madres lloran
mil muchachos muertos
Del poemario “Dónde Estás Puerto Limón” EUNED 2011
Frutal
Nací en el trópico
soy frutal sin estaciones
Me averano a pura voluntad de mis sentidos.
El cuerpo
se me llena con olor a mandarina.
Presiento en cada pecho
un sabor distinto:
el derecho es maracuyá
y el izquierdo
un leve recuerdo a carambola
en los brazos
y sobre todo en las axilas
se me refugia
un aroma a mango trasnochado.
En la curva de las nalgas
queda un resabio a guanábana madura.
La papaya se me afinca
en la redonda suavidad del vientre.
Por los muslos me sube presurosa
la presencia indiscutida del caimito
y remata en el punto exacto de mi sexo
donde presiento que convergen todos los sabores
Pero es solo en los atardeceres de mar
con el sonido de los caracoles
donde recobro la fiesta frutal
de mi presencia.
Del poemario “Breviario del Deseo Esquivo”, Editorial Costa Rica, 2005
Arabella Salaverry. Costarricense. Escritora y actriz. Realiza estudios de Artes Dramáticas, Filología y Teatro en diversas universidades latinoamericanas (México, Venezuela, Guatemala y Costa Rica)
Presidente de la Asociación Costarricense de Escritoras, ACE 2008-2010 Directora del grupo EL DUENDE de Gestión Cultural. Directora de Producciones Salaverry Vicepresidente de la ACE 2004-2008
Ha publicado: “Llueven Pájaros”, Torremozas, España,; EUCR, 5, “Erótica”, Erotomanías, Barcelona, España; “Continuidad del Aire”, ECR, CR9; “Violenta Piel”, Uruk Editores, CR; “Dónde Estás Puerto Limón”, EUNED. “Chicas Malas Uruk Editores, CR “Breviario del deseo esquivo” ECR, “Arborescencias” Ministerio de Cultura y Juventud. Una novela, El Sitio de Ariadna en proceso de edición. Cinco poemarios así como un libro de cuentos, inéditos.
—–
Alicia Acquaviva
1)
Lo que el levísimo colibrí ignora, es
que son las catorce y cuarenta y cinco en punto
(huso horario meridiano de Greenwich)
cuando picaflorea en mi buganvilla
(con su vuelo de verdes velos)
todas las tardes.
2)
GALAXIAS
Hoy me enteré
las hay
elípticas
irregulares
en espiral, como la nuestra,
otras
a miles, millones de años luz
aunque se nos aparezcan tan cercanas
y mientras escribo
imperceptibles
las variaciones siguen sucediendo
sus estrellas están naciendo y apagándose.
3)
RELATIVIDAD
El tiempo se nos curva
se burla
de nuestros plazos
de nuestras pesas y medidas
sistemas y previsiones.
4)
ELECCIONES
Una cruz en una casilla ¿en qué
nos cambia? una copa con el borde
astillado en la tarde alternando lluvia
con sol y las hojas del otoño asfixiándose
en bolsas plásticas negras.
5)
CODICIOSA
Apuro la hojita de menta
en el mate sin azúcar
el libro de Bolaño
desplegado panza abajo
esperando sobre la mesa.
Afuera la lluvia tiembla.
Alicia Acquaviva: Nació en Rosario, provincia de Santa Fe, República Argentina y habita en Pérez (Sta. Fe, Argentina). Fue editora y columnista de opinión del semanario Ahora. Escribió notas y realizó entrevistas en la revista Ángel de Lata. Es poeta. Participó: en el XIX Encuentro internacional “Mujeres poetas en el País de Las Nubes” México 2011. En el Festival Internacional de poesía “4to. Grito de Mujer” 2014 y el II Encuentro internacional “Mujeres poetas. País de las Nubes. En el camino del café.” Colombia 2014. En numerosas lecturas públicas: Ciclo de Arte por la Paz. Ciclo Facultad Libre. Cafés Literarios y Centro Cultural de la ciudad de Pérez. Taller literario Juntos. Es alumna en diversos seminarios de la UNR (Universidad nacional de Rosario) y de la Universidad Libre de Rosario. Es autora de “Oficio mudo” (poemas), Papeles de Boulevard, Rosario 2009 e “Indulgencias plenarias” (poemas, inédito). Está incluida en “Las voces de las mariposas”, Antología México 2011, “Toma roja”, Papeles de Boulevard Rosario 2012 y “La poesía al corazón de la tierra”,Antología Colombia 2014.
—–
Karina Claudio-Betancourt
Empujar la risa
Tragarla
Como antídoto
De guerra
Para comenzar
De nuevo
Una entrepieza
Que se empeña
En corregir
Los efectos
De la iris
En tus pupilas
Injertas
De seratonina
Tus pupilas
Abiertas
A un abismo
Negro
He revolcado
Tu hormiguero
Y veo enfilarse
El veneno
Lineal
En ascenso
Sobre mis piernas
En caravana
Una fila
De hormigas Bravas
Engullendo
En su paso
Mi vergüenza
He tenido
Que arrullarme
En una esquina
Alcantarillada
Para dejar
Quel agua
Fluya
Cuesta abajo
Por los pedazos
De mi piel
Expuestos
Embutidos
De ronchas
Rojas
Esta clandestina
Irrupción
De tu recuerdo
Tiene en su manto
Un despliegue
De jadeos
Mansos
Que comienzan
A deletrearte
CUIDADO-
Precavidas
Mis manos
He de cortejarte
Hasta el dedo
Índice izquierdo
Para no confundir
Tu alquimia redonda
Con el paso dactilar
De mis huellas
En tu pecho
—–
Judith Santopietro
Todopoderoso Viracocha,
Viracocha que está presente,
Viracocha, señor de todo
Dueño de la belleza del mundo,
Que ha creado todo diciendo:
“Que sea el hombre, que sea la mujer,
Y todos los frutos de la tierra”,
¿Dónde te encuentras… en las nubes, en las sombras?
…Recibe esta ofrenda, dondequiera que estés,
¡Viracocha!
“Himno de las ofrendas”, Anales Incas.
Chakaltaya[1]
Porque en la cima de esta cumbre nadie llora
sólo ríos entumecidos de tristeza
surcos serpentean el hielo
y el rastro de ceniza que derrite este glaciar:
el fuego aymara galopa su tiempo inquebrantable
cuento la grieta de esa larga pausa con un quipu colorido
aquí y ahora la flor sobre su antigua cruz
¿Qué labio famélico se abre en el festejo del octavo mes
para que esta Tierra lo devore todo?
mi cuerpo tu sangre
un dolor que ha caminado a través de incienso
un humo nacido de esta arcilla impropia y fría
paja ocre y dorada que alimenta los hornos minerales
pasto andino entre la más pedregosa innanición
barbechos donde planto las simientes que no germinarán
Porque en la cima de esta cumbre
la luz es diferente
aunque siempre es una exacta luz atravesando los deshielos
una misma claridad-gamma-cautiva en esa atmósfera
un fulgor violeta altisonoro que nos ciega
En esta orilla filosófica
hincada en el asombroso último de las montañas
tranquilo es el cenit que contempla una mujer
(dos mejillas ásperas poseen rubores inauditos)
sutiles escarlatas del embrión auquénido sobre la estepa acre
degollados guanacos y vicuñas en el mapa rojo de esta ofrenda
su voz chorreante implora la opulencia:
el blanco andino y la amargura
(invierno que forja carbón y filigrana)
el blanco andino y el cristal regado
(flama inextinguible la pureza sacraliza todo estrato)
el blanco andino y el lago que oscurece en cada atardecer
(la diosa viaja siglos y atraviesa selvas)
el blanco andino y los autos con sus flores amazónicas prendidas del retrovisor
(la aymara se retrata junto a un hombre de nieve)
el blanco andino y el sacrificio a esta cruz-serpiente
(el aymara riega alcohol y abrasa las columnas de oscura y rancia carne
un Cristo repta en el vitral arenoso de la iglesia)
el blanco andino y aquellas lágrimas rodeando imperceptibles tu silencio
(en los días que fuimos soles errabundos)
el blanco andino transfigura en amarillo luz
¿En qué lengua hablan tus dioses y mis dioses
qué agua misteriosa los contiene
cuándo estallará su sinfonía salida del caracol
por qué montaña transitan las semillas
las vasijas y sus tiestos donde labrar los nuevos rostros?
¿Ese peregrinaje es aún el nuestro
las luciérnagas se apostan en cada espiga
y así hallamos el aire que flagela nuestra piel?
Porque la noche y el día están vacíos
camino la cima con el soplo de quien muere fulminado
por la veta de una oscura mina
por la nube que es sombra y plasma tatuada eternamente
apago el resplandor
para no mirar el gesto malherido de mi carne abierta:
esos minerales sin ayunos
esos humos creciendo como filos de metal contra el amor
Quiero libar a las deidades pétreas
con esa chicha fermento de maíz podrido:
con ese tu brebaje espiritual desbordando desde un keru:
en los ceremoniales vasos que luego quebraremos
contra la mundana roca
ch´allar el jugo derramado de las ollas
ofrendar los tiestos
con vibrante alcohol entre sus pies y hasta la médula
Quiero unir sus viejas ropas con las hebras de la zoología
que avanza lenta por los Andes
que rumia cualquier yerba altisonora
Quiero llorar su derrota y su conquista
desde esta ladera del mundo.
Primeros rituales
es la estría de mi lengua una serpiente
que se arrastra entre la seca pampa
que se hiere por la extensa franja de la luz aguda:
es el Sol una nervadura que reposa
sobre piedras fatigadas
que platina cumbres y otros ríos
la hoja exhausta de la Madre Coqa
sus vestigios hechos polvo sideral
revisten las casas del más antiguo barro
la tundra helada que se ondula
desnuda a orillas de los Andes
en su cúmulo de bronce y óxido
Inti Punku la puerta lítica fundida en sus jugos vegetales:
del bronce amargo al granito cuárzico
de la andesita virgen al basalto negro
de la cantera líquida al gres rojo y el azufre sideral
es el ascenso de este amor espléndido
que acontece un mediodía
donde el agua mineral es sangre
es mi sangre la vasija donde crece un nido
poblado de toda advocación toda serpiente
entre incienso y semilla
la hebra dolorosa del esclavo
desde la piedra
el Cóndor hizo un primer canto
luego se quebró en cada rostro crifrado
en cada frontispicio de esta Puerta en Sol
Pronuncio este vocablo humilde
que seduce a la primera lluvia de septiembre
su savia intensa escurre en diminutos copos
cual orín inesperado de los dioses:
es la tormenta de los cuatro tiempos
el diluvio andino se está evaporando.
[1] Del poemario Tiawanaku, Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú, México, 2014.
—–
Claudia Patricia Sánchez Cárcamo
Sobre mi cuerpo
—–
María Socorro Soto Alanís.
De los aserraderos
Desde rincones distantes
llegaron mis ancestros:
de las minas
de los cerros
de las noches con frío
de los aserraderos.
Titanes descalzos
heroínas anónimas mis abuelas
aquella estrella polar como brújula
búsqueda que les cortó el aliento.
Por la hoguera
por el viento
por el rebozo y el sombrero
por el aguardiente
por la soledad y los deseos
por las incontables perlas de esperma
un mediodía de enero
salté desde la cueva cálida
lloré lágrimas adelantadas
y me prendí al néctar.
Apolo y su carreta
Antes del tiempo, mucho antes
cuando Apolo perezoso despertaba,
al extender los brazos
una llama de luz bañaba la tierra.
Abrazo colosal con aroma primitivo,
ruiseñor de azares con multicolores cantos.
Antes que el girasol se vista de amarillo
y la tierra diga Buenos Días
antes, mucho antes,
el sol envía señales ardiendo.
Cuando Apolo niño jugaba con su espejo
contempló su hermosura de polvo de oro,
se subió a la carreta
y quiso barnizar todos los rincones del planeta.
Antes de que la fuente cante,
Antes de que la hierba huela
Antes de que las olas del mar
lleguen a su orilla,
Antes, mucho antes de que amanezca.
Apolo hermoso y radiante baja en su carreta.
Guerrero Solitario
Me apuntaste con lo mejor que tienes.
Dardo Saturno del amor.
Y encontraste en mi cueva
profunda y submarina
el regazo tibio que buscabas.
Llegaste erguido y valiente
guerrero solitario
hasta el final de la batalla.
Tocaste el blanco rosado que anhelabas
emprendiste de nuevo la conquista
de mi valle húmedo
de mi oscura sierra durangueña
de mi llano seco . . .
y lo mojaste,
con tu líquido vital
claro de espuma
tierra de sal
juego transparente.
Regaste mis campos
íntimos del maíz
perfume de membrillo
y mis caminos de pino se te abrieron.
De mis entrañas brotó un manantial
que olía a durazno.
Y ahí estamos . . .
perdidos en el cosmos
libres
sobrecogidos
e infinitos,
vacíos
e irreverentes,
húmedos
en la revolución milenaria del amor.
Y te amo, guerrero solitario.
Sé mi amante, viento.
Sé mi amante, viento.
Llévame así, desnuda
entre los cantos gregorianos
y una flauta desvelada.
Escucha mis lamentos, viento.
Recorren cotidianamente el bosque de mis sueños.
Sílabas detenidas en la noche
pretenden llenar los huecos de mi estirpe triste.
Bésame con tus escurridizas lenguas,
lava mis senos de coral antiguo.
Llévame en tus múltiples brazos
hasta la Isla Negra.
Y que el padre viento me proteja.
Así sea.
María Socorro Soto Alanís. Nació en Durango, México. Estudió ingeniería en el Tecnológico de Durango y ciencias políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Diplomada en literatura, historia, filosofía y economía.
Ha publicado: En estos días, Desnuda en el Viento, Fin de Milenio, En el día tercero se hizo el agua, Un mediodía de enero, Sor Juana: Virgen guerrera y Cuentos del Norte. Ha publicado en periódicos y revistas nacionales. Fundadora de las revistas culturales Revuelta y Cordillera.
Tiene participaciones en congresos y encuentros literarios en América Latina, Europa, Canadá y Estados
Unidos. En Durango ha sido subdirectora de la Casa de la Cultura, del Archivo Histórico y en la Secretaría de Desarrollo Social. Fue catedrática en el Instituto Tecnológico de Durango. Ha sido candidata a diputada por la izquierda. Participa en grupos feministas, literarios y por la democracia participativa.
—–
Juan Pino
Toma este cuerpo
Toma este cuerpo
como ultima ofrenda,
Que hagas de mis huesos
una Alhambra a la vida,
Que escribas con mi sangre
las memorias de la gente,
Que abrigues con mi piel
las noches de mi hermano.
Te dejo todo
Para que hagas buen uso,
y que quede de mi vida
una canción fugaz.
El caballo de mis sueños
El caballo de mis sueños
Negro de victoria
ha querido servirme,
sabe lo que pierde,
pero no lo que se gana.
El caballo de mis sueños
En su cursa profunda
nunca mira pa’trás,
comida para su locura,
hacia la casa desconocida.
De esa casa
nadie sabe la forma,
pero todos sentimos su calor.
Que dancen
Que dancen el día y la noche
hasta desaparecer en un sonido ni de acá ni de allá,
Que dancen los colores
hasta formar la materia que no se coge
Deja que dancen
que desaparezcan acá en mi pecho.
Igual nunca fue para ser cogido
el libre misterio
del constante silencio.
——-
Liz Durand Goytia
Canto de grillo
Quiero escuchar el rumor
de la hierba cuando duerme
mientras el viento cala
llevándose hojas secas.
Quiero escuchar palabras
para ese colibrí que ronda
y dice con su voz de plumas
que empieza a amanecer,
que la lluvia alimenta mis brotes
para convertirme en ramo
que se abre entre sus alas,
prestándoles pasión.
Quiero escuchar al grillo
que muerde los misterios
y saber que estoy viva,
estoy viva, estoy viva…
Sin sal
Me tienta el vaso de agua por la madrugada.
Antes del sorbo, me tienta más la sal,
la de tu cuerpo.
La sed se quedara sin sal.
El agua sabe a lágrima.
Tocando campanas
Voy como niña tocando las campanas.
Ahí te encuentro, en el lugar de siempre,
con el color de entonces y de ahora.
Porque tengo memoria,
porque el azul amanecido de tus ojos
me trajo el agua que mi sed buscó…
Porque con la distancia no se aparta nada,
porque callar la voz no significa olvido,
voy como niña tocando mis campanas.
Liz Durand Goytia, Orizaba, Ver., 1955. Poeta y artista plástica. Ha publicado Caja de Colores, Cincelar el tiempo, Alrededores del Perdón, Poemas en un Cuaderno y la compilación de relatos Mujeres que Cuentan. Antologada en varias publicaciones en México y fuera del país. Traducida a portugués y alemán. Ha formado parte del Comité Organizador del Encuentro Internacional de Mujeres Poetas en el País de las Nubes. Organizadora del Festival Internacional Palabra en el Mundo en Ensenada, B.C. Tieneuna sala de lectura comunitaria en su colonia. Promotora cultural independiente.
———
Miguel Orozco Rico
Peonza
I
La mano del lago ha tomado la cuerda
en el momento en que el agua se le va de la piel seca
y en la soga que le da en el rostro,
hasta el colgajo
le comprime como al cuello de mi ser,
ella comprime
y le sujeta como asfixia ella el cordón de mi postura
de mi postura
y le comienza a dar la fuerza con fuerza
con la fuerza
y el empuje con la palma y con la lengua
y con la lengua
y la palabra con que surgen mar y hierba
mar y hierba
en la osamenta con que duermen tantos vivos
del manjar con que estos muertos se alimentan.
II
El pie de la tormenta se ha parado
en el barranco en que transitan,
con sus sombras
tantas aves que al volver al entrecejo
de las nubes
y estancarse con las alas en las copas
van y beben aguamiel de humanas bocas.
III
Es la pluma del volcán que nos traspasa
es la luna sin sal que tierna y blanca
es el cuerpo que me gira sobre el césped
es la paz y la comida, es la derrota;
es la sangre que al volver del viaje oscuro
se enrojece al sonreír del corazón que le provoca.
IV
Corazón con corazón se paga
adictívora sustancia del bermejo desazón que me revuelca;
rotación con rotación se dan las gracias,
traslación de la estación que me hunde y roza.
V
El lago en la mano flotando me renueva
y en la cruenta remisión que se construye
me fragmento como un vidrio de alma rota;
si tan solo pudiera deshacer la telaraña de este cáñamo insoluble
escribiría como un duende de alba rubia
al penetrar en la cortina que se abre
ante los ojos develados por el mundo;
la arena en el cieno de mis sienes
ha horadado cual fluvial rasgo de ausencia
en la coraza de esta roca de algodón flamígero;
me ha cansado la curvatura del silencio
e insultos y calumnias forman flácidos fantasmas
en la estatua que erigí en honor a la caducidad de mi conciencia;
fuerte tiene que ser la garra que sostenga a mi peso
y rampante la energía que seduzca al cáliz del este parto;
furtiva sumisión la del oído ante este verso
que se colma en osadía de ser leído por el viento;
serena la calma que repose entre sus ramas;
caótica la faz que se emocione asomándose ante este pozo.
VI
He salido del laberinto de esta pictórica estima
y del cadalso de la fruta ante el árido paisaje de mi savia
que ya no recorre el rincón
ni se conturba ante la espada.
Santos y santas no se preñan ahora en estas palabras
ni escasa ambición de la raza
que se agarre de una lágrima.
Miguel Orozco Rico (Jocotepec, Jalisco; mexicano), es escritor, poeta y médico de profesión. Ha participado en organizaciones que difunden la cultura. Ha publicado artículos y poemas en diversas revistas de México y el extranjero.
——–
Pedro Arturo Estrada:
PASAJERO DE LAS SOMBRAS
Hacia el país de lo desconocido avanzo,
lento pasajero de las sombras.
Un cielo exiguo y bruno
alimenta mi inquietud con su cauda de lluvias metálicas
con sus descendimientos mágicos.
Soy el ciego viajero del corazón lunar.
Aquel que sube y luego cae,
el que se precipita tras el viento
como si fuera su destino.
Una ventana abierta a la noche
es mi alma sobre el abismo de la muerte.
El vértigo se llena de estrellas,
mi vacío, de palabras.
DE LA MUCHACHA ASESINADA
Ante quién,
por mis manos y pies hechos polvo,
mi rostro en su primera lozanía, calcinado,
por mis pechos cercenados esa noche,
clamaré restitución.
Ante quién,
por los días más bellos arrojados al fuego,
por la risa de la mañana, aniquilada,
la fuerza de mi sangre sembrada entre piedras,
tasaré la pérdida.
Ante quién,
del amor destruido, los sueños bajo tierra,
la belleza reducida a un montón de vísceras
abiertas, el deseo mutilado;
del grito y el sollozo sólo oídos
por las potencias indiferentes,
pediré respuesta.
Ante quién,
por la palabra todavía crédula o apenas ingenua
de la vida y el espanto que la ahogó,
obtendré explicación.
SE LLAMA POESÍA
Homenaje a Aldo Pellegrini
Se llama poesía todo aquello que cierra la puerta a los imbéciles, sí.
Todo aquello que abre, en cambio,
la visión y el secreto del mundo a los inocentes,
a aquellos que lo apuestan todo a nada,
los que no guardan, no se cuidan, no acechan,
no calculan y sin embargo están siempre a punto de encontrar
como por casualidad incluso el amor, la muerte, la vida misma.
Se llama poesía todo aquello que tira los pies
tras lo imposible. Lo que revela el otro lado de las cosas,
lo que canta al final del desastre sin motivo alguno.
Lo que te avienta inclemente fuera de tu ser
o invade en silencio – marea extraña –
el interior hasta ahogarte los ojos.
Se llama poesía todo aquello que estalla de golpe en la palabra,
sin aviso y sin lógica. Lo que no puede explicarse
propiamente a los listos, a los que siempre tienen la razón.
Se llama poesía todo aquello que vuelve luego del exilio,
la derrota, los miedos. La luz que un día retorna a los cuartos cerrados
de la vieja memoria; la antigua, recuperada simplicidad de los días.
El viento que reaviva una llama en la noche. Lo que nos sobrevive,
lo que siempre nos queda más acá de la herida, la pérdida más honda,
como una última, callada, oculta fortaleza.
Pedro Arturo Estrada – Poeta, narrador y ensayista colombiano, 1956. Ha publicado Poemas en blanco y negro (1994); Fatum (2000); Oscura edad (2006); Suma del tiempo (2009); Des/historias (2012); Poemas de Otra/parte (2012); Locus Solus (2013); Blanco y Negro (Nueva selección personal de textos) (2014) y en breve aparecerá su libro Monodia y otros poemas. Es premio nacional Ciro Mendía en 2004, Luciano Pulgar 2007 y Casa Silva, 2013, entre otros. Sus textos aparecen en diferentes antologías nacionales y del exterior. Ha participado también como invitado en distintos eventos y festivales de poesía en Colombia y Nueva York, donde reside actualmente. La traducción al inglés de los textos fue realizada por Laura Chalar.
Tengo una duda, la 18 edición no tuvo portada
Hola Claudia, todas tienen portada. las puedes ver en Facebook o instagram @reddoordk pero antes de la 19 no eran en formato de lectura virtual sino toda la página web era la revista virtual.